El pan y la copa de vino de la Última Cena

En la última cena, Jesús tomó el pan y dijo “esto es mi cuerpo” y luego tomó la copa de vino y dijo “esto es mi sangre” (Mateo 26:26-28; Marcos 14:22-24; Lucas 22:19-20). Estas misteriosas palabras de Jesús probablemente sean las más difíciles de entender. Incluso, cuando ya las había pronunciado en una ocasión anterior, muchos de los judíos no comprendían cómo sería posible comer su cuerpo y beber su sangre (Juan 6:52). ¿Qué significan las palabras de Jesús? ¿Cómo puede el pan ser su cuerpo y el vino su sangre?


Los católicos, por ejemplo, enseñan que, al momento en que los sacerdotes pronuncian las palabras de consagración, la sustancia del pan y el vino se transforman literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Esto es conocido como la doctrina de la transubstanciación. Sin embargo, esta interpretación no tiene fundamento bíblico. Lo cierto es que el pasaje resulta un misterio para cualquier lector. Pero la explicación se encuentra en las tradiciones judías en el contexto de la pascua, cuando Jesús y sus discípulos comieron el pan y bebieron la copa de vino. 

El séder de pascua que hoy celebran los judíos no existía en los días de Jesús. Las tradiciones del séder se establecieron en la Mishná sólo después del 70 d.C. como una forma de superar la pérdida del Templo ("The Origins of the Seder", Baruch Bokser). Sin embargo, muchas de estas costumbres se venían practicando entre los judíos desde épocas remotas. Por esta razón, aunque Jesús y los discípulos no celebraron un séder como el que conocemos, el relato de la última cena contiene muchos elementos de un séder.

Si bien pensamos que en el séder los judíos beben una sola copa de vino (que es lo que se hace en la Santa Cena), en realidad beben cuatro copas de vino en diferentes ocasiones durante la comida. Según la tradición, cada una de ellas recuerda las cuatro promesas hechas por Dios al pueblo de Israel cuando salieron de Egipto (“La Bendición Torá”, Larry Huch): 

“Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.” (Éxodo 6:6-7) 

Aunque los evangelios sólo mencionan dos, podemos suponer razonablemente que en la última cena había cuatro copas de vino. La primera copa de vino (kadesh) es llamada la copa de la santificación: “…yo os sacaré de Egipto” (Éxodo 6:6). En el séder actual, el padre de familia, quien preside la cena, levanta la copa y recuerda cómo Dios los había sacado de Egipto. Luego bendice la copa, da gracias por el fruto de la vid, la bebe y después se la entrega al resto de la familia para beber de la misma copa. No sabemos exactamente si este procedimiento se habría dado en la última cena. Pero los evangelios dicen que Jesús tomó la primera copa, dio gracias y la repartió entre los discípulos: 

“Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;” (Lucas 22:17) 

Después viene la segunda copa (Mishpat), la que llaman la copa de liberación: “…y os libraré de su servidumbre” (Éxodo 6:6). En esta ocasión, los judíos recuerdan la salvación de Egipto a través del Mar Rojo. En el séder, el padre de familia moja su dedo en la copa y derrama diez gotas de vino para recordar las diez plagas de Israel, luego ora y después reparte la copa en la mesa. Esta segunda copa no se menciona explícitamente en los evangelios. 

Luego viene la tradición del pan. En la Santa Cena se recibe un trozo de pan, pero en el séder se tienen tres panes, los cuales tienen un significado muy profundo. En la mesa séder hay una bolsa especial llamada matzah tosh, que contiene tres panes planos, agujereados y sin levadura, llamados matzoh. De estos tres panes, los judíos siempre toman el pan del medio y lo parten en dos pedazos. Cada pedazo se llama afikomen, una palabra griega que significa “el que ha de venir”. Así que una mitad del pan partido lo regresan nuevamente a la bolsa, y la otra mitad la envuelven en una servilleta y la esconden hasta después de comer el cordero de pascua, algo así como un postre. ¿Qué significado tiene todo esto? Ningún judío lo sabe, simplemente lo hacen. Y aunque la tradición del afikomen pertenece a la Edad Media, el partimiento del pan ya era un ritual importante entre los judíos durante el primer siglo (Hechos 2:46; 1 Corintios 10:16).


Jesús y los discípulos no comieron la pascua propiamente tal, sino más bien, celebraron un ritual de pascua previo. En la pascua, los judíos comían pan sin levadura (en griego "azumos", Mateo 26:17), mientras que en la última cena había pan con levadura (en griego "artos", Mateo 26:26). Sin embargo, Jesús usaría el pan de aquella cena como un preludio del matzoh que los judíos comerían en la pascua:

“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” (Lucas 22:19). 

Jesús tomó el pan y dijo: "Este soy yo". El significado del partimiento del pan cobraba vida. Los tres panes en la matzah tosh representaban al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y cuando los judíos tomaban el matzoh del medio (que representaba al Hijo) y lo partían, sin saberlo, ellos representaban el futuro sacrificio de Cristo. El pan sin levadura, marcado y agujereado, representaba al Cristo sin pecado, cuyo cuerpo sería herido por nuestras rebeliones (Isaías 53:5). ¡La pascua, que había sido conmemorada durante siglos, se estaba cumpliendo en aquella mesa frente a los discípulos! 

Entonces, cuando la comida termina, se toma una tercera copa de vino, a la que llaman la copa de la redención: “…y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes” (Éxodo 6.6). En esta copa el padre de familia recuerda que Dios los redimió a través de la sangre del cordero inocente. Esta es la copa que los evangelios mencionan y que conocemos como la copa que Jesús tomó en la última cena. No sabemos si Jesús y los discípulos contaron historias del éxodo durante la última cena, pero esto estaría de acuerdo con las tradiciones judías. Los discípulos seguramente esperarían que Jesús hubiera recordado cómo Dios había redimido a Israel de Egipto por medio de la sangre del cordero. Sin embargo, les dijo algo inesperado: 

“De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” (Lucas 22:20).

Así como la sangre de los corderos en los dinteles de las puertas de las casas de los judíos los había redimido de la muerte de los primogénitos en Egipto, Jesús levantó la tercera copa y anuncia ahora que su sangre nos redimiría del pecado. Si el pacto que Dios había hecho con Israel se había ratificado repetidas veces con la sangre de animales sacrificados (Éxodo 24:7-8), esta vez, Jesús anuncia un nuevo pacto, no con sangre de corderos, sino por medio de su propia sangre en la cruz, y sin necesidad de ratificarla repetidas veces, sino una sola vez y para siempre (Hebreos 9:18-28).


Por último, se toma una cuarta copa de vino llamada la copa de la consumación: “…y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios” (Éxodo 6:7). El padre de familia toma la copa y recuerda que Dios ha formado en ellos un pueblo santo para Él. Y luego se cantaba el hallel, la alabanza final de la pascua. Sin embargo, luego de tomar la tercera copa, Jesús deja de lado la cuarta y última copa y les dice a sus discípulos: 

“De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.” (Marcos 14:25-26). 

Pero, ¿por qué Jesús no bebió la última copa, la copa de la consumación? Porque en su primera venida Jesús vino a hacer un nuevo pacto a través de su propia sangre y así establecer su Iglesia, pero será en su segunda venida cuando venga a tomar a su pueblo y dar consumación de todas las cosas. Jesús aplazó tomar esta copa hasta cuando esté en su reino mesiánico. Así que, cuando Él regrese y establezca su reino milenial en la Tierra, levantará la copa de la consumación, como Él prometió, y dirá a todos sus fieles: “Os he tomado por mi pueblo y seré vuestro Dios por siempre” (Éxodo 6:7).